domingo, 30 de junio de 2013

HACER DEPORTE

El otro día estuve en una macro-tienda de deportes en busca de un accesorio que necesitaba para otros fines no deportivos. Desde hace años mi deporte favorito consiste en caminar por el campo, por lo que hacía mucho tiempo que no entraba en dichos establecimientos. Mi sorpresa fue grande cuando me di cuenta de que no veía ningún tipo de aparato para la práctica de deporte, y que todo lo que había a la vista era ropa deportiva. Después de recorrer el establecimiento, conseguí descubrir algunos rincones donde había raquetas de tenis, palos de golf, etc. ¡Cielos! –me dije–,  en mis tiempos juveniles lo que se vendía en estos sitios eran principalmente aparatos de deporte, y la ropa era algo secundario, pongamos que en proporción del 25%, ya que siempre podía uno equiparse de cualquier manera, a expensas de lo que se tenía en casa y que servía para cualquier deporte. Sin embargo, ahora veía que la proporción se había invertido, y la ropa alcanzaba el 75 u 80 %, haciendo ver que eso era lo esencial para hacer deporte. Los tiempos cambian –pensé– y a lo mejor hacer deporte consiste actualmente en vestirse de deportista, cuanto más adecuadamente mejor. Después de todo, la imaginación es lo que cuenta, y la misma fantasía se ponía antes manipulando torpemente una raqueta de tenis hasta creerse un campeón, que disfrazándose ahora de Nadal para exhibirse en la cancha. Claro que al menos antes se hacía ejercicio duramente al esforzarse en darle a la pelota, mientras que la exhibición actual de vestuario quema muy pocas calorías.

No es de extrañar, vivimos tiempos donde lo que prima es la apariencia, la imagen, y por lo menos en foto se da muy bien la talla de deportista. Si a esto se une la afición desmesurada por la ropa, pues ya tenemos el resultado.  Esto de la adicción a la ropa es posible que haya existido siempre entre las clases adineradas, pero su popularización debido a la confección industrializada por tallas  es algo nuevo que ha prendido como la pólvora y propiciado el culto a la imagen al alcance de todo el mundo.

El poder de la imagen, el engaño de la imagen, ese truco eterno de la apariencia que practican desde los insectos hasta los mamíferos pasando por todas las  jerarquías del reino animal. ¿Cómo no habría de hacerlo el hombre también?

Dicen que el hábito no hace al monje, pero lo simula tan bien que en estos tiempos donde todo se mueve al compás de la imagen, vale igual ser o no ser; lo importante es parecerlo y en torno a ello se hacen los negocios, se promueve el consumo,  se condicionan las conductas…  y se generan  a la larga los desengaños.

Visto lo visto en la macro-tienda de ropa-deportes, me reafirmo con tenacidad en mi deporte favorito: caminar por el campo vestido de cualquier manera. 




 

lunes, 17 de junio de 2013

LOS ESCRITORES INDEPENDIENTES

A un lector cualquiera, no conocedor del complicado mundo editorial, lo primero que se le ocurre preguntar ante el fenómeno de los escritores independientes es ¿independientes de qué? Tal vez esté más familiarizado con el mundo de la música o el cine independientes, ambos alusivos a un tipo de arte que se crea y se exhibe fuera de los circuitos habituales, y ajeno por tanto a las productoras comerciales. Se trata en ambos casos de obras de estilo emergente, renovador, y por eso mismo rechazadas por las grandes productoras dada su difícil comercialización. Lo que mueve a estos autores músicos o cineastas independientes es desarrollar un estilo y vocación propios o de grupo que se sale fuera de los parámetros y etiquetas de los géneros reconocidos.

Estos movimientos han existido siempre y a ellos se debe la renovación de la cultura. Cuando los nuevos estilos triunfan, son asimilados e incorporados a los circuitos comerciales tradicionales.

Con las facilidades de edición y difusión que proporcionan las actuales redes digitales, estos mundos “underground” son más visibles, y facilitan el acceso a las productoras convencionales una vez que demuestran una buena aceptación por el público del medio digital.

En el caso de la literatura, sin embargo, parece que la aparición de un movimiento de escritores independientes no se corresponde a nuevos géneros o estilos de difícil comercialización, sino al deseo frustrado de multitud de escritores que no consiguen acceso a las editoriales. Hay un exceso de oferta de autores, por decirlo así, y se encauza hacia la autoedición y divulgación digital de las obras. Este parece ser el objetivo más frecuentes de la gran masa de escritores independientes, que se conforman con salir a la luz sin grandes pretensiones económicas. En general, no se ve en ellos una renovación de estilos ni géneros, sino la simple emulación de los reconocidos, de los best-sellers.

Así que para concluir esta pequeña reflexión, pienso que la literatura, dada su simplicidad de ejecución, ha acaparado el interés de una gran parte de la población con inquietudes creativas, cuyo primer objetivo consiste simplemente en instalarse en el medio, sin más ambiciones que conseguir algunos lectores y de esa manera cierto reconocimiento. Y por ello cabría definirla como literatura comercial independiente, o quizás como literatura pre-comercial, a la espera de dar el gran salto a lo comercial. Lo que pase en el futuro cercano no está del todo claro, pero existe el peligro de que  lo comercial acabe asimilando lo mejor de lo digital y continúe acallando la innovación y la creatividad, a no ser que vayan apareciendo círculos amplios de lectores exigentes que rechacen la literatura como artículo de consumo de masas, como cultura de entretenimiento. La aparición de un movimiento literario innovador es más fácil que surja entre los escritores independientes, en los abundan aquellos que escriben por amor al arte, movidos por la pasión de escribir.

sábado, 1 de junio de 2013

LA ORUGA DE LA PUERTA DEL SOL

En cuanto la vi acabada se me ocurrió el nombre de “oruga” para la cubierta del intercambiador de la Puerta del Sol. Después comprobé que así la llamaba mucha gente, de manera que el nombre resultó acertado ya que se nos había ocurrido a muchos de manera independiente. Tiene reminiscencias de la pirámide de cristal del Louvre, pero sólo por sus materiales constructivos y por ese contrapunto entre lo moderno y lo clásico, que resulta enriquecedor para ambos estilos. Pero la pirámide es fría y estática como roca cristalina que emergiera del subsuelo, mientras que la oruga es cálida, orgánica, de curvas articuladas casi movientes. Y no estorba en el conjunto arquitectónico de la plaza, ya que ocupa un lugar discreto en un extremo de ella y sus dimensiones son contenidas.

Pero vamos a lo que vamos, y es que últimamente, desde que ocuparan la Puerta del Sol los indignados del 15-M, la oruga aparece sucia, churretosa, abandonada a su suerte. Una estructura de cristal facetada como ella requiere estar limpia, brillante e iridiscente, y al no estar así parece que hubiera sido repudiada por los servicios municipales al tratarse de un símbolo del movimiento de los indignados. Recuerdo verlos subidos y asentados en el caparazón de la oruga, que estaba completamente forrada de carteles con frases ingeniosas. Cuando fueron desalojados finalmente, se despegaron los carteles, pero no parece que se pusiera demasiado empeño en la limpieza, sino sólo en remover el papel. Y desde entonces hasta ahora, que sigue recordando con su suciedad a las fechas del desalojo de la plaza. Bueno, al menos permite evocar aquellos días excitantes en que mucha gente se echó a la calle y acampó pacíficamente en la plaza, exteriorizando su protesta contra el mal funcionamiento y corrupción de las instituciones políticas y económicas.

Y lo malo de esta pequeña historia es que todo sigue igual desde entonces, sucias las instituciones y la oruga, indiferentes a los ciudadanos y sus protestas. ¿Habrá que ocupar otra vez la plaza? Quizás por eso no han limpiado definitivamente la oruga.