viernes, 28 de marzo de 2014

VIDA ARTIFICIAL

Siempre se ha dicho que la vida la creó Dios, aunque los materialistas opinan que fue la Madre Naturaleza. Llamémosle H, que a lo mejor ambas cosas son lo mismo o actúan conchapadas, pero lo que sí es cierto es que se requirió un inmenso potencial creador para llevar a cabo la tarea. En el caso de Dios, necesitó siete días para terminar la obra, si bien no sabemos la duración de aquellos días divinos en relación a nuestro tiempo terráqueo. En el caso de la Madre Naturaleza, la buena señora se pasó millones de años dando palos de ciego, mezclando elementos, activando rayos y volcanes, haciendo correr ríos y llenando mares, hasta que un día, de chiripa, apareció una microscópica célula viva, esto es, un corpúsculo de materia capaz de crecer construyéndose a sí mismo a expensas de los elementos del medio y siguiendo un diseño incorporado en su interior: el famoso ADN localizado en los cromosomas; corpúsculo capaz también de dividirse en dos células hijas idénticas que continuaron el proceso de manera indefinida, garantizando la supervivencia de su casta. Pero eran células muy simples, las conocidas bacterias. Luego aparecieron unas células más complejas (eucariotas), cuyo material genético estaba empaquetado dentro de una membrana o núcleo, de funcionalidad reproductora más sofisticada y que darían lugar a los seres pluricelulares y de ahí a toda la evolución de los animales y plantas.


Sirva lo anterior de background, probablemente innecesario, para situar el hecho de que un equipo de científicos de la Universidad de Nueva York acaba de sintetizar en laboratorio un cromosoma eucariótico perteneciente a un hongo, la levadura de cerveza, tan familiar para los científicos y los amantes del dorado líquido. Ya se había conseguido en 2010 sintetizar ADN de una bacteria, pero el hecho de que todos los animales (hombres incluidos) y plantas compartan el mismo tipo de célula compleja o eucariota reviste a este hallazgo actual de una importancia trascendente. El siguiente paso se anuncia como la reconstrucción de los 16 cromosomas de la levadura (los humanos tenemos 23 y compartimos con la levadura un 12% de material genético). Con ello se habría dado el alucinante paso de crear un organismo viviente complejo.
 
Ya hace décadas que se empezó a meter la mano en la estructura de la vida, con gran utilidad práctica y no sin pocas críticas de índole biológica y ética: los alimentos transgénicos, la clonación, las células madres, etc. Pero hasta ahora la cosa se limitaba a modificar la naturaleza o a hacerla reproducirse artificialmente. Ahora se abre el camino para crearla directamente en laboratorio. Y muchos se preguntan, invadidos por el pánico y temiendo la ira de los dioses: ¿Hasta dónde vamos a llegar? Que no teman, el camino de la creación artificial de la vida es demasiado largo y de momento no pasaremos de algunas aplicaciones prácticas interesantes como la fabricación de fármacos, alimentos o biocombustibles. Pero el camino está abierto y uno se plantea cuántos milenios harán falta para llegar donde llegó la Madre Naturaleza por sí misma, dando palos de ciego. Ahora ya no se darán palos de ciego y el camino será más breve y menos azaroso. Y después de todo, si la naturaleza lo hizo a ciegas, ¿por qué no habría de hacerlo el hombre, que es también parte de la naturaleza, y además naturaleza consciente?

 

 

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