domingo, 27 de abril de 2014

LA MARATÓN DE MADRID


Ya con la solera que le otorgan sus treinta y siete años, la maratón de Madrid ha contado con casi treinta mil corredores de los pueblos de España y de los países del mundo. Como podría sospecharse, la ha ganado un keniata y otro ha quedado el segundo –esas liebres africanas son imbatibles–. En categoría femenina, una etíope se ha llevado el galardón, empleando treinta minutos más que los ganadores masculinos, que emplearon poco más de dos horas en recorrer los 42 Km que separaban de Atenas, más o menos, la llanura de Maratón donde hace algo más de 2.500 años tuvo lugar el famoso enfrentamiento contra los persas. Hay diferentes relatos históricos al respecto, pero el olimpismo moderno se ha quedado con el de Plutarco, según el cual, Filípides, un corredor de fondo, recorrió a toda velocidad esa distancia para avisar a los atenienses de la victoria, y al llegar murió extenuado por el esfuerzo. Lo que no sabremos nunca es el tiempo que empleó en la hazaña –no había entonces relojes de pulsera– pero sí sabemos el enorme esfuerzo que exige esta carrera, en la que algunos, a fuerza de voluntad, se obligan más allá de sus posibilidades. Extenuados han llegado algunos participantes, incluso uno ha sufrido un infarto, y otros han llegado sin resuello, con la cabeza de lado y los ojos llenos de espanto. Otros se lo han tomado por el lado festivo, que de todo se puede hacer diversión participando. Ahí estaba algún cachondo de buena talla vestido con traje de sevillana y paso alegre, o un nórdico con elevada cresta rubia de vikingo, sin olvidar a un veterano de musculatura ya flácida y cuerpo completamente tatuado. Había patinadores, que no sé qué pintaban ahí, pero que sin duda se cansaban menos que los corredores, y hasta algún triciclo movido con manivelas. En plan más sufrido, se veían bastantes canosos y algunos ancianos incluso, corredores flacos fibrosos y flacos endebles, entrados en carnes sudorosos y colorados, gorditas de bultos bamboleantes que parecía que se iban a desarmar y lumbálgicos de esos que caminan con el cuerpo en ángulo y que duele verlos correr. Hasta un ciego había, cogido del brazo de un vidente, ambos muy conjuntados en la tarea. Y es que lo importante es participar, poder decir aquello de “yo corrí la Maratón del 2014 en Madrid”. Es lo que cuenta, llegar a la meta, se tarde lo que se tarde, siempre dentro de las seis horas que permanece abierta. Hay sin embargo, como en todos los sitios, algunos tramposos que corren sin dorsal, que se han incorporado a la carrera en cualquier punto, quizás para hacerse la foto o para sentirse participantes en el evento aunque no en el esfuerzo.

Otro fenómeno sumamente curioso es el de los animadores, que jalean con palmas y frases de aliento a los corredores: ¡Venga, campeón, que ya llegas!, ¡Vamos vamos, que sólo quedan 4 Km!, ¡Go go go…! ¡Allez allez, bravó! Los extranjeros se desbordan con los corredores de su país, y si además son familiares o conocidos, dan saltos agitando los brazos y gritando desde que los ven aparecer a lo lejos. Y curioso es sobre todo el fenómeno de los animadores solitarios, generalmente chicas, que parecen establecer  lazos de complicidad y empatía individual con los corredores, y que no cesan de aplaudir y dar ánimos a todos ellos, como si les conocieran personalmente. Da la sensación de que encuentran placentero, desde su condición descansada, el intentar transferir a los fatigados corredores la energía que a ellas les sobra. Y ya que no corren, se identifican con ellos y se cansan gritando y aplaudiendo. 

Dura prueba sin duda, aunque la carrera original, si es que Herodoto no se engaña, la hizo todo el ejército ateniense desde Atenas a Maratón para impedir que los persas, recién desembarcados, se desplegaran y sitiaran Atenas. Y añade, para mayor gloria de Filípides, que en realidad fue enviado a Esparta para pedir ayuda y recorrió sin descanso los 250 Km que la separaban de Atenas. Y no murió desfallecido al llegar. Sin duda los atletas griegos antiguos eran al menos tan duros como los actuales keniatas.

domingo, 20 de abril de 2014

BLOGS


Los blogs empezaron a popularizarse a comienzos  de los años 2000, creciendo rápidamente el número de usuarios que volcaban en ellos artículos o reflexiones sobre temas de su interés personal. No resulta fácil encontrar un nombre castellano equivalente al de blog, ya que “diario” es demasiado íntimo, “dietario”, que sería el más adecuado para recoger sucesos relevantes, y así se ha empleado por algunos escritores, es en realidad muy poco usado y al común de los mortales le suena a planificación de comidas, y “bitácora”, que es el término que habitualmente se emplea, tiene demasiadas resonancias marineras, de diario de a bordo. Así que al final, la Real Academia, como en tantos otros casos de incapacidad para adoptar un nombre castellano, ha optado por la solución fácil, por aceptar el nombre anglosajón popularizado, corto, snob y traído por los pelos de “blog”, que no es otra cosa que b-log, contracción de web-log, donde “log” procede de la jerga informática aludiendo a un registro de eventos. Así pues, blog significa registro de eventos soportado en la web. Como añadidura al mero registro textual, permite incorporar fotos y videos e intercambiar comentarios entre lectores y autor.

Hasta aquí todo bien, o casi, y los comienzos de la andadura de los blogs fueron felices, plenos de visitas y comentarios, pero la popularidad conlleva la masificación y ésta la soledad entre la muchedumbre. La actual selva de los blogs se traga en su maraña los nuevos que se publican y los condena al desconocimiento; es entonces, en el intento de salir a la luz, cuando todo empieza a complicarse y hacerse ingrato. No basta con crear un blog y publicar en él interesantes artículos, sino que hay que abrirse paso en la jungla a golpes de machete para alcanzar algún claro desde donde poder ser vistos. Así aparecen los directorios y buscadores de blogs y las estrategias para aparecer en ellos, como incorporar su publicidad, intercambiar enlaces con otros blogs, elegir astutamente las palabras del título y de los artículos publicados en el propio de manera que al ser atractivas y de moda, a pesar de que no nos resulten demasiado adecuadas, sean detectadas fácilmente por los buscadores; también es preciso escribir comentarios ingeniosos en otros blogs, aunque sus artículos no nos gusten demasiado, para que nos obsequien con un comentario en el nuestro y otros lo vean, etc., etc. Es decir, comienza la ardua tarea de “promocionarse”, de corromperse un poco para sacar adelante a nuestra criatura. Y sobre todo de perder el tiempo, robándoselo a la tarea de escribir. Son los tiempos que corren. 



http://www.boosterblog.es

jueves, 10 de abril de 2014

EL CERDO

Del cerdo se aprovecha todo, siempre se ha dicho. No sólo su carne en todas las partes de su anatomía, como el inigualable pernil puesto en salazón y curado por el tiempo –los franceses lo cuecen y le llaman jambon, que no está mal pero es más  sabroso el lacón gallego– , las jugosas chuletas, la insuperable panceta para acompañar un par de huevos fritos –los ingleses, que son muy escuetos en el comer, la llaman bacon y la sirven en lonchas demasiado finas–, etc., sino que hasta de las orejas y el morro se hacen apetitosos platos, y con las tripas se hacen embutidos. Y no me podría olvidar del manjar por excelencia, el cochinillo asado, el lactante animalito entero haciendo las delicias del paladar. Y luego le llaman de mil maneras despectivas, como guarro, puerco, gorrino y otras lindezas, aunque si esos nombres suenan tan mal es porque el bicho es ciertamente inmundo. Curioso contraste, la suciedad en que vive y se revuelca y la exquisitez de su carne. Pero hay quien dice que también las rosas son más bellas si están bien abonadas, es decir, que la muerte y la vida cuando van juntas dan los mejores frutos.

Pero el caso es que, para mayor gloria del cerdo, los biólogos están trabajando para utilizarlo como fábrica de órganos humanos, que resolvería de una vez por todas la escasez de donaciones de órganos para trasplantes. Y lo que sucede es, aunque suene mal el decirlo, que cerdos y hombres somos bastante parecidos interiormente. La técnica consiste en modificar  genéticamente un embrión de cerdo para que no desarrolle un órgano determinado, por ejemplo el hígado, y después inyectar en el embrión células indiferenciadas humanas, de manera que el hígado desarrollado será genéticamente humano. ¡Un cerdo con hígado humano (qué barbaridad, Creador)! A ese embrión híbrido le llaman “quimérico” aludiendo al animal mitológico que tenía cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. Y va a resultar que el engendro no es una quimera, es decir, algo imposible, sino que está llamando a las puertas de la realidad.

Naturalmente, a nuestro cerdo quimérico habrá que sacrificarlo cuando sea mayor para extraerle el hígado y trasplantárselo al humano de turno. Bien, como todo es aprovechable en el cerdo, servirá de paso para hacer chorizos y jamones, y que nadie lo sepa no sea que le vayan a entrar escrúpulos, porque esto de la biología es demasiado complejo y a lo peor las células humanas del cerdo han emitido efluvios genéticos en su desarrollo y contaminado, humanizándolas, las células porcinas cercanas, de manera que acabamos cometiendo pecado de antropofagia.

Y lo más curioso es que la cabaña porcina futura va a tener muchas más variedades que las tradicionales de bellota, recebo o serrano. Ahora se hablará de variedades hepáticas, renales, cordiales, etc., etc. Habría que levantarle un monumento al generoso cerdo y, por supuesto, cuando a uno le llamen “cerdo”, habría que contestar que muy honrado.

miércoles, 2 de abril de 2014

LOS EMPRENDIMIENTOS

Que no se diga que los españoles no somos emprendedores e imaginativos en tiempos de máxima crisis. Ayer veía a un joven con buena pinta que vaciaba afanoso uno de esos contenedores del Ayuntamiento destinados a depositar papel. Introducía las manos por el agujero y las sacaba llenas de todo tipo de revistas, diarios, cartones; luego los depositaba en la trasera de su utilitario moderno, que tenía aparcado al lado. Tiempos de crisis, paro juvenil, ganas de buscarse la vida como sea, aunque te paguen algunos céntimos por kilo de trabajo.
Y qué decir de los recicladores de muebles viejos, esos que recogen sillas huérfanas, mesitas cojas, lámparas sin bombilla y demás útiles desterrados de los cómodos domicilios pudientes que niegan a sus antiguos enseres, alguna vez queridos,  la soledad de sus trasteros. Para qué hablar, también, de los negociantes de ropa usada, esos que colocan en algún espacio público caritativos contenedores con nombre de ONG para depositar ropa usada, que luego acaba en el África subsahariana vendida al peso, en enormes bultos cerrados, a espabilados comerciantes de la miseria que se hacen ricos en su país vendiendo por piezas.

Algunos emprendimientos son más serios y alejados de la picaresca, que  pretenden ofrecer, por un módico precio, servicios que resultan caros hoy. Ahí está el alquiler de trajes de novia, incorporado al tradicional alquiler de chaqués o smokings para una sola ceremonia (qué pena de novia sin la ilusión de hacerse su traje inolvidable). Ahí está la secretaria virtual, eficaz y servicial a distancia, vía internet, pero dando imagen de presencia en la oficina para los clientes (lástima que no pueda traernos un cafelito o alegrarnos la mañana con su tipazo). Y así muchos más, que al menos son productivos y rentables para las personas modestas y las pequeñas empresas.

 Pero también hay emprendimientos orientados  a los ricos, que ya se sabe que donde hay miseria hay también una minoritaria abundancia. Ahí están esos negocios devenidos de moda por arte de la sinsustancia cultural y el prurito de los ociosos de rizar el rizo. Tales son los negocios de helados para mascotas, criaderos domésticos de tarántulas, pastelitos de diseño o coaching para niños (por qué co... no les ayudarán sus padres). Lo del coaching es ya una enfermedad, hasta el punto de que algunos snobs sin oficio, pero con beneficio, se atribuyen un hipotético título genérico de coach, sin especificar sobre qué disciplina pretenden entrenar. A lo peor es sobre la propia disciplina del coaching, es decir, son coaches de coaching. Cualquiera sabe.